Examinando el artículo 23 de la Declaración de
Derechos Humanos, me doy cuenta de que, hoy por hoy, no se cumple y
concretamente me refiero a los epígrafes 2 y 3 del mismo, en donde se alude a que “toda persona tiene derecho,
sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual, así como a una
remuneración equitativa y satisfactoria…”
Todos sabemos que hombres y
mujeres no cobran lo mismo por el mismo trabajo, siendo siempre la mujer la que,
por norma, gana menos. Cómo es posible que después de haber conseguido la
igualdad entre hombres y mujeres este punto siga flaqueando.
Estamos en el siglo XXI y la mujer ya ha
demostrado todo lo que tenía que demostrar, que es muy buena en su trabajo y en
muchos casos supera al hombre.
Esta desigualdad entre hombres y
mujeres puede venir como consecuencia de que las responsabilidades familiares
no se comparten con igualdad, al cien por cien, en los hogares.
Al ser la mujer la que más se
dedica a las labores de la casa y de los hijos y tener que ausentarse más del
trabajo por ello, al final, su carrera profesional se ve interrumpida más
veces, impidiéndole la empresa la posibilidad de ocupar puestos de trabajo a
tiempo completo.
Está demostrado que las mujeres
cobran un 16,2 % menos que los hombres, lo que hace que al jubilarse sus
pensiones sean también menores.
E.G
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